Cuando faltan tres meses para la primera vuelta de la elección presidencial francesa, el verdadero candidato de la Izquierda, el de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, marcó una etapa importante en el desarrollo de la campaña, al obtener las 500 firmas de patrocinio de ediles para poder registrar oficialmente su postulación.
Este requisito de las 500 firmas para inscribir una candidatura data de 1962, cuando el presidente Charles de Gaulle decidió instaurar el sufragio universal, pero con una limitación de postulación para evitar que se presenten candidatos fantasiosos o extravagantes.
Esta exigencia, que fue primero de 100 firmas y pasó luego a 500, se transformó con el tiempo en un método de presión, y hasta de chantaje, de los grandes partidos en el poder en las regiones o departamentos, sobre los ediles que acordasen su patrocinio a un candidato con el cual ellos no estuviese de acuerdo.
Pero, más allá de este aspecto administrativo que fue superado con creces, pues Mélenchon obtuvo un total de 517 patrocinios, el candidato de la Francia Insumisa aparece hoy más que nunca como un candidato con grandes posibilidades de victoria en tanto verdadero representante de la izquierda política.
Esta situación ha sido reflejada por los medios que lo habían mantenido aislado y se ven hoy obligados, frente a una realidad evidente, a reconocer el lugar que ha ido conquistando Jean-Luc Mélenchon en la opinión pública, como el verdadero candidato de la Izquierda. Uno de los principales canales de la televisión pública destacó esta semana, en un reportaje sobre el encuentro de Le Mans, el “entusiasmo por Jean-Luc Mélenchon”, preguntándose luego : “¿Atraería Jean-Luc Mélenchon a las multitudes ? Pareciera que el candidato convence a los electores…”
A tres meses de la elección presidencial, falta aún por definir el candidato del Partido Socialista. Este debe ser designado por una primaria que tendrá lugar a fines del presente mes.
Sin embargo, las circunstancias en que se desarrolla dicha primaria, luego de la renuncia del presidente François Hollande a postular a su reelección, hacen que el aporte que podría hacer al debate político aquél que resulte designado por esa elección interna del PS, aparece como algo de muy escasa relevancia.
Los principales postulantes fueron ministros del gobierno de François Hollande y como tales son corresponsables de lo que muchos consideran hoy como una traición, es decir el abandono del programa progresista que Hollande había propuesto a la ciudadanía y que le permitió al candidato socialista ser elegido en 2012.
Con tal lastre político, el ganador de la primaria socialista difícilmente podrá situarse como alternativa a la derecha en sus distintas formas y, menos aún presentar un programa coherente que signifique una verdadera ruptura con lo que resultó ser el gobierno de François Hollande.
En cuanto a la derecha, ésta se postula bajo la forma de tres candidatos que representan otras tantas recetas para seguir manteniendo o empeorando el mismo modelo de sociedad actual, reglamentado exclusivamente por el mercado y dejado a merced de la finanza.
Este objetivo pasa por el debilitamiento y la reducción del papel del Estado a su más mínima expresión para favorecer, en contrapartida, los intereses privados en aspectos esenciales como son la seguridad social, la salud, la educación, la seguridad.
En dos encuentros públicos, Jean-Luc Mélenchon se erigió esta semana en el ardiente defensor del sistema social francés, denunciando a la derecha que quiere destruirlo o a aquéllos, tales como el gobierno auto declarado socialista, que mediante la promulgación de una modificación de la legislación laboral, dejó abierta la vía a los proyectos de la derecha.
En el primero de los encuentros, el domingo 8 de enero, en la ciudad de Tourcoing (ciudad en el norte de Francia, fronteriza con Bélgica), el candidato de la Francia Insumisa, llamó a hacer de la manifestación un acto de apoyo a dos mujeres trabajadoras, víctimas de las condiciones de trabajo y de explotación, posibles gracias a la constante desreglamentación laboral.
“¡Hemos venido para marcar un momento de indignación y de protesta humanitaria contra la suerte que se reserva a tantos miles de obreros y obreras, asalariados y asalariadas de pequeña categoría que no pueden defenderse, porque toda su vida depende de ese pobre trabajo!”, exclamó Mélenchon.
“Nuestra manifestación… es un acto de solidaridad con esa joven que perdió su hijo, por culpa del desprecio de aquel que tenía la responsabilidad y que no escuchó lo que ella quería decir”, agregó en seguida.
El candidato de la Francia Insumisa caracterizó ese tipo de actos, tales como los que acababa de denunciar, en tanto que acciones de amedrentamiento, para impresionar y provocar el miedo que paraliza e impide toda reacción liberadora.
“Es de ese miedo, que queremos liberar al mundo del trabajo, del miedo al mañana, del miedo a perder su empleo, del miedo de no tener su salario…”.
Inmediatamente después, demostró la oposición que existe entre los valores propios a la persona humana, como la solidaridad manifestada en la ocasión, frente al culto al dinero, erigido por el capitalismo como un valor absoluto :
“El dinero no da todos los derechos, el valor de una persona no está en relación con su cuenta bancaria… Ser millonario es inmoral”, agregando enseguida : “No creo que haya virtud alguna en acumular, pues esta acumulación, de una u otra manera, es valor que se sustrae a la sociedad, es una riqueza captada de un lugar, y que podría ser distribuida de manera diferente”.
“Sin el trabajo humano no hay ninguna riqueza que sea producida o que se pueda repartir o acaparar”, recordó.
Finalmente, rindió homenaje al modelo social francés, puesto en cuestión por la derecha y el gobierno autoproclamado socialista, recordando su génesis y el precio de luchas y sacrificios que debieron pagar las generaciones anteriores.
“Esa forma tan particular de República social que es la nuestra, ¿A quién se la debemos?”, se preguntó Mélenchon : “No a la buena voluntad de los poderosos, que nunca han cedido nada sin que se les arrebate : se lo debemos a la determinación, a la constancia, a la aplicación en el trabajo y a la lucha de los obreros y obreras, de los asalariados. Tal es la historia de Francia y a la que rindo homenaje en este instante” manifestó.
Tres días más tarde, en la ciudad de Le Mans, a unos 200 kilómetros al suroeste de París, Jean-Luc Mélenchon se vio confrontado a una situación que va haciéndose habitual en cada una de sus reuniones públicas.
Debido a la gran afluencia de participantes al encuentro, una vez más el candidato de la Francia Insumisa debió presentarse en diversos locales que debieron ser habilitados rápidamente, además de la sala principal prevista para el evento.
“Es muy alentador y todo esto tiene un gran sentido político”, comentó Mélenchon frente a los cientos de personas que se encontraban en el hall de entrada y en la calle sin poder acceder al anfiteatro previsto originalmente para la reunión.
“Significa un nivel de movilización, de sensibilidad por esta elección que es extraordinario y es la llave del éxito”, agregó.
“Nuestra táctica es la de aglomerar sin cesar en torno a un núcleo sólido, es por eso que no practicamos la “comunicación”, sino la implicación, no lanzamos arengas, hacemos una campaña instructiva. Cuando nos separemos, ustedes habrán comprendido mejor un cierto número de cosas y podréis transmitirlas, es así como avanzamos”, explicó.
Sobre la base del trabajo militante que fue señalando, Mélenchon designó los objetivos de la próxima etapa, cual es la de gobernar, una vez la victoria electoral lograda.
“Hay que gobernar con un movimiento que parte de la propia población, no se puede cambiar una sociedad desde arriba… no se puede hacerlo si millones de personas no se implican pues a lo que yo llamo es a una revolución ciudadana…significa el retorno del poder de los individuos sobre su propia vida…”, precisó.
“Esto quiere decir cambiar los métodos de producción, la manera como se produce, los materiales, la manera de consumir… todo tiene que ser cambiado desde la A hasta la Z, para enfrentar el desafío, que no es sólo un desafío social, sino un desafío para toda la Humanidad. Estamos enfrentados a un acontecimiento mayor, cual es la transformación de nuestro ecosistema y cuando hablamos de solidaridad es de eso de lo que hablamos”.
Una vez en el escenario principal, Jean-Luc Mélenchon puso el acento una vez más en la necesidad de la lucha para desarrollar las ventajas sociales obtenidas a lo largo de años de lucha y que están hoy en peligro.
A este último respecto, denunció en particular la ley que modificó la legislación del trabajo, llamada Ley “El-Khomry”, contra la cual hubo una movilización nacional sin precedentes y que fue finalmente impuesta por decreto por el gobierno socialista, y que Mélenchon calificó de “profunda transformación reaccionaria del orden público social”.
El candidato de la Francia Insumisa denunció también la voluntad de terminar con el sistema de seguridad social, presentado bajo diversas formas por los candidatos de la derecha, al tiempo de destacar el valor de la lucha, recordando el hecho que uno de los candidatos de la derecha debió echar pie atrás en sus proyectos de destrucción del sistema social, alegando “haber sido mal comprendido”.
Mélenchon explicó la encrucijada que significa la defensa del sistema social francés y los valores que están en pugna entre la derecha y el movimiento de la Francia Insumisa.
Refiriéndose a la derecha, dijo : “Toda esa gente está dispuesta a pasar a la ofensiva porque la masa de dinero que recubre toda la protección social es un tesoro inmenso que quieren pasar a manos del sector privado…”
“Y porque fue mediante nuestras luchas que le hemos sustraído ese tesoro al sector privado, gracias a nuestros ancianos ; y hemos sido atendidos, todos hemos sido tomados a cargo, hemos traído al mundo nuestro hijos en condiciones tales, que la mortalidad de nuestras compañeras y la mortalidad de nuestros niños han disminuido de una manera radical. ¡Gloria a la seguridad social porque es ella la que ha permitido todo esto !”, concluyó.