Jean-Luc Mélenchon sube, sube y sube…

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Día a día, los sondeos de opinión franceses entregan resultados que confirman la dinámica del movimiento Francia Insumisa y sitúan a su candidato, Jean-Luc Mélenchon con crecientes posibilidades de dar la gran sorpresa en las elecciones presidenciales del próximo año.
Si las encuestas son siempre sujeto de controversias e interpretaciones, un examen de la génesis del movimiento Francia Insumisa y de la candidatura de Jean-Luc Mélenchon pueden hacer comprender fácilmente esta dinámica, en total oposición a la práctica de los partidos tradicionales, incluyendo aquellos que se consideran de izquierda.
El movimiento de los insumisos franceses nació en tanto tal en febrero de 2016, no como una organización ya establecida, sino como la puesta en marcha de un proyecto abierto al aporte creativo de ciudadan@s, bajo forma de movimiento, en la perspectiva de las elecciones presidenciales y legislativas del próximo año.
En los meses siguientes, se puso en marcha una práctica ciudadana que prefiguraba, desde ya, un ejercicio democrático de nuevo cuño, para ser aplicado en un futuro sistema político, en el que la reglas del juego deberán ser transformadas para acrecentar el poder de l@s ciudadan@s en la toma de decisiones y en el control de sus representantes. Se abrió así un camino inicial para avanzar hacia una conquista de soberanía popular.
Conforme a las características de este proyecto abierto y participativo, se elaboró el programa « Un Futuro en común » donde están contenidas las 357 medidas del futuro gobierno, programa evidentemente aún en construcción gracias al aporte de todos los que desean participar y están ya participando efectivamente.
De los ya cerca de 140 00 ciudadanos adherentes al movimiento, 77 000 participaros en el voto que permitió aprobar el programa adoptado en la Convención de Lille.
Si bien el Movimiento Francia Insumisa nace como tal en una fecha cercana y bien precisa, esta no es más que una etapa y no la última de un largo proceso de lucha por la democracia y la justicia social en Francia y en el mundo. La etapa actual está definida por la campaña presidencial y la participación en las elecciones parlamentarias de 2017, Las demás etapas se irán perfilando y precisando en función de los logros alcanzados allí.
Desde hace treinta años, en Francia, como en otros países de Europa y del mundo, algunos partidos considerados de izquierda, actuando en nombre de un supuesto “pragmatismo”, fueron cediendo totalmente el terreno frente a la embestida del neoliberalismo globalizado. Éstos aceptaron aplicar políticas de drástico retroceso social, muy en eco con aquellas políticas neoliberales que ya habían hecho sus pruebas al amparo de dictaduras, en particular en América Latina.
Estas políticas fueron generando un desinterés creciente por la política en general, lo que se ha expresado en un aumento constante del porcentaje de abstencionistas.
Sin embargo, y lo más grave, fue la desmovilización y la desorientación de importantes sectores populares que, cuando no han optado por la abstención, renunciando a toda acción política, se han ido tras los espejismos de la extrema derecha.
A pesar de este descalabro, siempre persistió un núcleo de irredentos que mantuvo viva la lucha social radical, los que en momentos de crisis o enfrentamiento contra el sistema social han sido capaces de generar movimientos, en muchos casos al margen de las organizaciones tradicionales. Esto, en Francia, está en vías de converger en el Movimiento Francia Insumisa.
También, este renunciamiento de los partidos considerados de izquierda, en toda lógica, y como reacción natural, habría de generar grandes momentos en la historia de las luchas sociales, radicadizándolas, en ruptura creciente con los marcos tradicionales de las luchas sindicales, creando nuevas formas de acción y aprovechando las nuevas herramientas del progreso humano.
Las grandes huelgas nacionales contra el desmantelamiento de la siderurgia, contra la modificación del sistema de jubilaciones, contra un sistema de contrato de trabajo para los jóvenes, contra la desestructuración de la seguridad social y, más recientemente, contra la nueva legislación del trabajo, fueron todos movimientos nacidos desde las bases, abiertos y creativos en su realización, que los llevaron así a superar los esquemas ya conocidos de las luchas enmarcadas por partidos políticos sometidos al sistema institucional y cómplices abiertos de las políticas de austeridad impuesta por el poder financiero.
De todas estas manifestaciones y de muchas otras, exitosas o no, han surgido experiencias y se están desarrollando generaciones de militantes y/o de ciudadan@s dispuestos a hacer política y a ejercer la democracia de otra manera, más participativa, con mayor implicancia, más creativa y autónoma de las dirigencias partidistas tradicionales.
La candidatura de Jean-Luc Mélenchon en 2012 fue una importante tentativa para cristalizar y reunir todas esas experiencias, lo que, a pesar de no haber logrado la victoria electoral, dejó en claro que más de 4 millones de ciudadan@s estaban creando una dinámica hacia el futuro que, en cualquier caso, ya no podía ser detenida. En esa dinámica, fue quedando claro que para avanzar aún más, había que dejar atrás el método de las alianzas políticas preparadas por las cúpulas partidarias y conquistar, en cambio, voz y capacidad de decisión desde las bases, tal como se ha dado en la construcción de movimiento con visión de poder, que son los Insumis@s en Francia.
Sobre la base del programa de la etapa anterior, « Primero lo Humano », comenzaron las discusiones y se reunieron los aportes de este último periodo, integrando o fortaleciendo nociones, aprovechando las enseñanzas de los últimos cinco años y acogiendo experiencias venidas de distintos sectores de Europa y de América latina y de lo que, en lo interno, había sido posible construir con en el Frente de Izquierdas de 2012, y con los que no se sentían representados, pero estando dispuestos a participar en una nueva construcción de ideas, formas de lucha y de organización.
La Convención de Lille, en octubre recién pasado fue el momento en que se concretizaron todos esos esfuerzos y donde se echaron las bases para las etapas futuras y, sobre todo, donde los insumis@s franceses se dotaron de la herramienta esencial para la nueva etapa, cual es el programa « Un Futuro en Común ».
En una sociedad como la francesa, que en el fondo no es más que un reflejo de lo que ocurre en otros lugares sometidos a la dictadura de la finanzas, las alternativas no son muchas para escapar a un futuro marcado por una pauperización creciente, por el espectro de la guerra, por la destrucción del ecosistema, o por grandes desastres económicos.
Una primera alternativa nace de la inercia y es la espera pasiva hasta la venida de algún mesías que por obra y gracia de sí mismo y de su buena voluntad hará felices a todos . O, al menos lo hará creer para después de la próxima elección .
La segunda opción es ponerse en acción para trabajar, para cumplir y hacer cumplir un programa en cuya elaboración se participó o al cual se adhiere, es decir convertirse en actores de su propio destino, sin esperar la gracia de algún milagro de manos de algún mesías iluminado.
Lejos de presentar el tradicional catálogo de promesas que nadie estaría en condiciones de cuestionar en caso de no cumplimiento, el programa “Un futuro en común” del movimiento Francia Insumisa, es una invitación a adherir y a participar en un proyecto político en el que cada cual no puede ser sino el actor de su propio destino unido al destino de todos.
En un contexto político como el actual, con una crisis provocada entre otros, por una constante y continua erosión del Estado y su consecuente pérdida de autoridad, la solución, de toda evidencia, no puede ser el debilitarlo aún más, como tampoco la indefinición y las vacilaciones, todo lo cual aparece actualmente como las grandes causas de la desmoralización y la desorientación de la sociedad francesa.
No queda entonces otra solución que el profundizar la democracia hasta sus últimas consecuencias, actualizarla y poner su ejercicio en acorde con el desarrollo actual de la Humanidad, con un objetivo de recuperación de la soberanía para el pueblo a través de un camino que todos conocen porque lo han diseñado en conjunto.
Tal es la invitación de los insumisos.
Los franceses han comprendido esto y aparecen cada vez más dispuestos a seguir esta ruta. Los sondeos y encuestas, en toda lógica, no pueden más que reflejar esta nueva realidad, la de un candidato como Jean-Luc Mélenchon que « sube, sube y sube « .

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